(Este artículo sobre Agroecología es fruto de una colaboración entre Julieta Rojas y Eugenio Romero Borrallo. Encontraréis sus biografías y sus enlaces más abajo).
Todos los parámetros nos indican que el modelo agroalimentario dominante es insostenible. Tras medio siglo exprimiendo las posibilidades de la tierra, a base de pesticidas y fertilizantes químicos, y acompañado de un consumo desmesurado de carne que conlleva la dedicación de millones de hectáreas en América latina para la alimentación de la cabaña ganadera europea, no cabe duda: en pocas décadas los minerales y combustibles fósiles se agotarán.
Por suerte, este panorama desolador tiene alternativas que son realidad en diferentes pueblos y ciudades de todo el mundo. Se trata de relacionarse con la tierra y las personas que nos rodean recuperando la sabiduría tradicional acumulada en nuestros pueblos como la utilización de biofertilizantes y biopesticidas, asociaciones de plantas o cultivos en diferentes alturas o estratos, el cuidado de la tierra y las comunidades que viven en las zonas rurales. Esto es lo que llamamos agroecología, que no es una; hay muchas agroecologías adaptadas a cada territorio pero que tienen en común la práctica de la mayoría de los principios que acabamos de comentar. Llevamos demasiado tiempo de envenenamiento y empobrecimiento de nuestra tierra y nuestra gente, la agroecología trata de poner la vida en el centro.
Para que estos conocimientos tengan un efecto multiplicador, se inició hace 23 años una maestría en un pueblecito del sur de España, en Baeza (Jaén), a través de la Universidad Internacional de Andalucía, que en cierto modo fue pionera a nivel mundial en cuanto a formación académica se refiere. Allí cada año se juntan un grupo de locos muy cuerdos llegados desde todos los puntos del planeta, amantes de la tierra, estudiosos o científicos, o todo a la vez, con diferentes perfiles profesionales y personales.
Durante estos meses en Baeza la agroecología nos ha presentado la relación profunda entre el cambio climático, la crisis del petróleo, el hambre y la obesidad, la sobrepoblación en ciudades, el valor del conocimiento campesino e indígena, la necesidad de rescatar la comunidad y además, el acto político e incisivo que hacemos cuando tres veces al día elegimos la comida que llevamos a nuestra mesa. Y otra cosa, agroecología es más que comprar orgánico en un supermercado o poner un panel solar: es entender que la autonomía viene del equilibrio entre todas las partes de un sistema y tiene más que ver con el mercado local y el cuidado de la gente que con un sistema agroalimentario mundial que le pone una etiqueta bio a alimentos trasladados miles de kilómetros, exportando residuos, deforestando suelos y empobreciendo a los campesinos.

Fachada de la Universidad Internacional de Andalucía, Sede Antonio Machado, en Baeza. Aquí se oferta el Máster en Agroecología.
Por suerte esta iniciativa pionera se está replicando en otros países que han comenzado a ofrecer esta formación en las currículas educativas de diferentes instituciones de enseñanza.
La semilla ha germinado. Y sus raíces se adentran en la madre tierra para que más allá deö 2050 se expanda la sabiduría que posibilitó que el hombre y la naturaleza convivieran durante miles de años en armonía, alimentándose, retroalimentándose, en una relación hoy quebrada en una pequeña porción de tiempo pero que es clave para nuestra especie y para el mundo. La agricultura tiene 10.000 años, los agroquímicos sólo 60. Pasará, pero sólo el inicio de una transición a corto-medio plazo podrá reducir efectos negativos en la población.
Debemos empezar ya. Todos unidos: comunidades campesinas e indígenas, la comunidad científica, las instituciones públicas, mujeres, hombres, la sociedad toda. Como dijo Michael Pollan: “cocinar es un acto político” y la agroecología nos muestra la profundidad de este acto y la necesidad de diseñar agroecosistemas que estén en equilibrio con el clima, con la gente y sobre todo con las demás especies.
Debemos practicar y fomentar desde todas las esferas de la sociedad una dieta responsable y racional. ¿Es lo mismo comer un huevo que producen en mi pueblo que un plátano que viene de Costa Rica? ¿Por qué los países en vías de desarrollo nunca se desarrollan? ¿Habrá alguna relación oculta entre sociedades que parecen tan ordenadas y prósperas y otras tan desordenadas y siempre pobres? ¿Hay una sola ciencia, una sola verdad? ¿Se puede producir sin agroquímicos? ¿Qué es la soberanía alimentaria? En estas preguntas y muchas otras más nadamos, buceamos y profundizamos en el máster. Todas tienen respuestas positivas para la mayoría social pero se ocultan en pro de intereses privados espurios.
Y finalmente después de muchas horas de estudio, de encontrar una nueva familia formada por colegas, compañeros de países muy diversos vamos descubriendo que la agroecología es necesaria y urgente y que la utopía, que nos hicieron creer no existe y está tan lejos, tiene una base científica, política y filosófica y está en nuestras manos realizarla.
Vamos a dar la batalla por la vida.
Y la vamos a ganar.
¡Viviremos y sembraremos!

Los locos muy cuerdos del Máster de Agroecología
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Algunos links de interés:
- Sociedad Científica Latinoamericana de Agroecología: https://www.socla.co/
- Revista Soberanía Alimentaria: https://www.soberaniaalimentaria.info/
- LEISA Revista de Agroecología: http://www.leisa-al.org/web/
- Alianza Biodiversidad: http://www.biodiversidadla.org/
- Observatorio de soberanía alimentaria y agroecología: http://www.osala-agroecologia.org/
- Donde comen los monstruos: https://granadaimedia.com/donde-comen-los-monstruos/
- Slow Food: https://es.wikipedia.org/wiki/Slow_food
- El ecofeminismo como herramienta de transformación: https://ctxt.es/es/20180307/Politica/18195/ecofeminismo-herramienta-transformacion-mujeres.htm
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Y ahora, sobre los autores:
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